Nuestro niño interior

Sanar al niño interior

 

La Sanación Intuitiva de Memorias ancestrales, involucra de manera importante el trabajo con el niño interior y a través de él, procura encontrar aquellos eventos vividos en nuestra infancia como un conflicto que no supimos y no pudimos resolver,  ese que dejamos atrás, obligando a nuestro niño a crecer e ignorar las emociones que nos causaron dolor;  todo esto  porque creímos de manera equívoca que si no las mencionábamos, desaparecerían.  Así, este molesto niño herido no podría interponerse en nuestro éxito  profesional y personal.

 

De forma inconsciente garantizamos  conquistas en muchos aspectos de la vida, sin percatarnos de que estábamos creando una división en nuestro ser, que tarde o temprano nos pasa la cuenta, pues ese niño herido se silencia por un tiempo y luego, en el momento menos esperado, reaparece y  toma el control de nuestra vida desplazando el adulto.

 

De pronto, las cosas  empiezan  a cambiar, todo parece salirse de control.  Aunque los demás nos perciben con fuerza en el exterior, pues es la imagen que hemos construido durante mucho tiempo, por dentro nos sentimos vacíos, tristes y llenos de síntomas, que aunque se los adjudiquemos  a la edad, no corresponden necesariamente a ella.

 

Lo que el niño vivió como conflicto, es capturado por el subconsciente que no entiende de razonamiento alguno y  exigirá en su momento, ser atendido. Es ahí cuando sin importar en quien nos hemos convertido, que tan importantes u ocupados estemos, habremos de escuchar al niño y tendremos que ayudarlo como adultos a salir de los diferentes traumas.

 

¿Por dónde empezar? Normalmente empezamos por los padres.  A veces nos cuesta aceptar que nos lastimaron, porque ponemos por encima de esas heridas, el amor que ellos nos han dado y  tenemos una serie de justificaciones y teorías muy racionales, muy de adultos y de aceptación social, acerca de los motivos  que los llevaron a vulnerar nuestro ser infantil.  Será prioritario deshacernos de estas teorías porque ellas impiden que se exprese el niño.  Sí, el de 5 años que no tiene porqué comprender al padre castigador, la de 7 años que es obligada por las circunstancias a cuidar a su hermano  y a sí misma porque ninguno de los padres actúa como un adulto responsable, la de 3 años que no entiende por qué su madre está ausente o la de 11 que no se siente capaz de ser tan buena como esperan sus padres.

 

Cuando le damos voz a ese niño lastimado en nosotros y respetamos su dolor, sin justificar los actos de los padres,- actos que además ese niño no tendría por qué entender-, le estamos diciendo: sí, es verdad, dolió y sigue doliendo; damos un lugar a ese dolor y solo en ese momento se sanan las memorias que siguen en conflicto. 

 

No eres mala persona  o desagradecido por decirlo, pese a que tus padres ya no te lastimen, lo hicieron en un momento, y tu inconsciente almacenó esas memorias, que son las que estamos llamados a sanar.  Ahora bien, la sanación del niño interior, es una tarea que te exigirá sanar con tu sistema familiar y comprender las dinámicas que que subyacen en tu relación con tus hermanos, tus padres y los padres de tus padres en primera instancia.

 

En segunda instancia, te verás abocado a sanar las memorias de los conflictos no resueltos, entiéndase que olvidarlos no es resolverlos.  En la escuela y en el colegio, acompañar a ese adolescente incomprendido que habita en la tierra de nadie, demasiado grande para ser niño y demasiado pequeño para ser adulto. 

 

Nunca paramos de sanar, lo importante es entender que el niño herido puede aparecer en el momento mas inesperado, y es allí donde tienes que actuar, sanando tus memorias emocionales, para seguir avanzando.

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